Si el arte
no es definible porque (a) no se le pueden poner normas, (b) no se le puede dar una nomenclatura, (c) es sólo definible por el gusto de
cada uno de los espectadores, y por lo tanto no tiene nada de universal...
Si se
cumplen estas premisas, en definitiva, si arte es tan particular que depende de
cada uno y por lo tanto no se puede hablar de ello, el arte como concepto no
existe.
¿Por qué
siempre acabamos volviendo a la cita de Wittgenstein?
De lo que no se puede hablar, mejor callar.
De lo que no se puede hablar, mejor callar.
Guardemos
silencio, pues.
(reflexiones interruptas tras el visionado interruptus de Histoire(s) du cinéma, de Jean-Luc Godard)
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