
En estos tiempos que corren donde
las imágenes (buenas y malas, mejores o peores) sobreabundan hasta la saciedad
parece que la respuesta tranquila debería ser afirmativa.
Desde la digitalidad, desde lo etero, desde la rapidez vuelvo (sin olvidarme de los avances tecnológicos) a la necesidad física de sentir la fotografía en un contexto más alla de los píxeles.
Desde la digitalidad, desde lo etero, desde la rapidez vuelvo (sin olvidarme de los avances tecnológicos) a la necesidad física de sentir la fotografía en un contexto más alla de los píxeles.
Es necesario
detenerse para contemplar la fotografía, detenerse en el espacio y en el
tiempo. Saquemos, de una vez por todas, las fotografías a la calle para que vuelvan de donde salieron.
[Disculpen por este post contradictorio]
[Disculpen por este post contradictorio]
De todas formas, una nueva fotografía,
hasta que no nos atrevamos a salir a la calle a mostrarlas.
Y próximamente, llevaré a la práctica este posicionamiento teórico…
aunque, vosotros lectores inexistentes (de momento), os conformareis con verlo
digitalmente.
[De nuevo, disculpen la contradicción]
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